El cáncer en nuestros animales

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Nuestras mascotas, perros y gatos, pueden sufrir cáncer. El cáncer es una enfermedad temible y su sola mención nos llena de sentimientos negativos. En estos sentimientos reflejamos todo lo que sabemos sobre esta enfermedad, sobre todo si hemos experimentado sus efectos en algún familiar o amigo cercano. Sin embargo, el cáncer no significa una sentencia de muerte para su mascota. De hecho, el cáncer es la enfermedad crónica con mayores posibilidades de curación; un problema cardíaco crónico no se cura, un problema renal crónico tampoco; pero, muchos tipos de cáncer pueden curarse sin secuelas para su animal. En otros, podremos administrar un tratamiento que mejore los síntomas y aumente su tiempo y calidad de vida. Lo más importante para enfrentarse adecuadamente a un diagnóstico de cáncer es conocerlo en profundidad.

Nosotros pretendemos explicarle los principales conceptos generales sobre el cáncer, su diagnóstico y sus posibilidades de tratamiento. Por supuesto, su veterinario le proporcionará toda la información que necesite y diseñará el plan de tratamiento más adecuado para su mascota.

¿Qué es el cáncer?
Cáncer es un término general. El cáncer no es una única enfermedad, sino que abarca diferentes procesos que tienen una característica común: el crecimiento incontrolado de células anormales que destruyen los tejidos normales y las partes del cuerpo en las que crecen. En los órganos y tejidos normales, las células crecen exclusivamente para sustituir las células viejas que mueren. Por el contrario, las células cancerígenas se reproducen de forma desorganizada y caótica, independientemente de la necesidad de células nuevas (fotografía 1; Células normales: crecimiento organizado; células semejantes unas a otras) (fotografía 2; Células cancerígenas: Crecimiento desorganizado; células diferentes unas de otras).
Existen, aproximadamente, 100 tipos diferentes de cáncer y cada uno se comporta de forma única una vez que aparece. Cada tipo de cáncer tiene un nombre científico/médico específico que se refiere a su tejido de origen, unido a una terminación que implica benignidad (-oma) o malignidad (-carcinoma o -sarcoma). Así, el término linfosarcoma define un tumor maligno de las células linfoides, mientras que el basalioma se aplica a un tumor benigno de las capas basales de la piel.
Las células cancerígenas se agrupan formando tumores. Existen dos grandes grupos de tumores: los tumores benignos y los tumores malignos.
Los tumores benignos están formados por células anormales que se dividen lentamente y que no invaden los tejidos próximos, aunque pueden presionarlos si alcanzan un gran volumen. Por ello, son capaces de producir alteraciones estéticas e, incluso, funcionales, pero no suelen ser peligrosos para la vida del animal. Si crecen demasiado o su superficie se ulcera, dando lugar a una herida persistente, estos tumores benignos pueden provocar problemas locales importantes (fotografía 3; Basalioma: tumor benigno de la piel. Masa bien delimitada y móvil).
Los tumores malignos están formados por células anormales que se dividen rápidamente y son capaces de invadir y destruir tejidos cercanos. Son procesos muy agresivos que pueden tener graves consecuencias, ya que las células cancerígenas sustituyen las células normales y, por lo tanto, se pierde la funcionalidad normal del tejido u órgano afectado (fotografía 4; Mastocitoma indiferenciado: tumor maligno de crecimiento invasivo en la almohadilla de un Cócker).
En algunos tipos de cánceres, las células anormales son capaces de liberarse del tumor original, que denominamos tumor primario y, a través de los vasos sanguíneos o linfáticos, alcanzar otros órganos en los cuales continúan dividiéndose de forma incontrolada y formando nuevos tumores. Estos tumores secundarios se denominan metástasis. En algunas ocasiones, las metástasis son más peligrosas que el tumor primario, ya que suelen aparecer en órganos vitales para la vida del animal (por ejemplo, los pulmones) (fotografía 5; El cáncer de hueso puede dañar los pulmones).
Otra característica de los tumores malignos muy agresivos es que presentan un crecimiento ramificado (a semejanza de los tentáculos de un pulpo) de forma que, en muchas ocasiones, son capaces de volver a salir después de haber sido extirpados. La reaparición de un tumor en el mismo sitio después de haberse operado se denomina recidiva.

¿Por qué aparece un cáncer?
En la actualidad, la causa última del cáncer no se conoce con exactitud. Se sabe que en las células cancerígenas existen alteraciones en su material genético. Estas anomalías genéticas transforman una célula normal en otra anormal capaz de dividirse de forma descontrolada. En algunos tipos de cánceres se han identificado los factores capaces de desencadenar esta transformación. Por ejemplo, las radiaciones solares pueden provocar un tipo de tumor denominado carcinoma de células escamosas en la piel de las orejas o de la zona nasal de los gatos de capa blanca; otro ejemplo, los tumores mamarios, se producen por efecto de ciertas hormonas producidas durante el celo sobre las células de la mama. Sin embargo, en un elevado número de tumores, la causa desencadenante de la transformación maligna se desconoce todavía.
Lo que sí sabemos es que la aparición de un cáncer NO es culpa de los propietarios del animal. El cáncer nunca está producido por algo que hemos hecho mal al cuidar a nuestra mascota.

¿Es frecuente el cáncer en los pequeños animales? ¿En qué tipo de animales es más frecuente?
El cáncer es una de las principales causas de muerte en nuestras mascotas. La incidencia de cáncer en los perros es ligeramente superior a la de las personas, mientras que los gatos presentan cáncer con menor frecuencia.
Está perfectamente comprobado que la posibilidad de sufrir un cáncer aumenta con la edad. Actualmente, nuestras mascotas viven más tiempo. Este aumento de las expectativas de vida de nuestros animales se debe a una mejor nutrición, a una buena medicina preventiva, a los avances en medicina veterinaria y, sobre todo, a los estrechos lazos afectivos que se establecen entre un dueño y su mascota. Al vivir más tiempo, la aparición del cáncer es más frecuente.
Algunos animales están más predispuestos a padecer algunos tipos de cánceres. Algunos ejemplos son:

· Algunas razas de perros son más propensas a padecer cáncer: Por ejemplo, Bóxer (tumores de piel, linfosarcomas), Golden retriever (linfosarcomas), Pastor alemán (Tumores de bazo).
· Tamaño del perro: Los perros de razas gigantes (Dogo, Mastín, San Bernardo) son más propensos a padecer cáncer de hueso (fotografía 6; Tumor maligno de hueso (osteosarcoma) en un San Bernardo).
· Sexo: Los tumores que dependen de hormonas para su crecimiento son más frecuentes en un determinado sexo: tumores de mama en hembras; tumores de las glándulas perianales en machos.
· Color del pelo: Ya hemos comentado que los gatos blancos son más propensos a cáncer de piel por efecto de las radiaciones solares (fotografía 7; Carcinoma de células escamosas en la oreja de un gato blanco); los perros de capa negra tienen mayores posibilidades de desarrollar melanomas y otros tipos de tumores que se originan en las uñas.

¿Podemos prevenir el cáncer?
Sólo podemos prevenir aquellos tipos de cánceres en los que conocemos la causa. Por ejemplo, los tumores de mama pueden prevenirse si se realiza la extirpación de los ovarios antes del primer celo. Otro ejemplo de prevención es la vacunación en los gatos. Muchos tipos de tumores felinos están producidos por la acción de un virus denominado virus de la leucemia felina. La vacunación anual frente a este virus en animales susceptibles de infectarse (gatos que salen frecuentemente a la calle) ayuda a prevenir el desarrollo de los cánceres asociados al virus.
Lamentablemente, desconocemos la causa que produce la mayor parte de los cánceres que afectan a nuestras mascotas. Por ello, es casi imposible prevenirlos. En medicina veterinaria, la mejor estrategia es detectar y tratar el cáncer lo antes posible.

¿Cómo se manifiesta el cáncer?
Cada tipo de cáncer produce síntomas diferentes. En los tumores externos, podemos detectar la presencia de un bulto anormal cuando acariciamos a nuestra mascota. Sin embargo, en los tumores internos, los síntomas pueden ser poco evidentes y manifestarse solamente cuando la enfermedad está muy avanzada. Además, muchos tipos de cáncer producen síntomas poco específicos y podemos creer que son síntomas propios de un animal mayor: ya no juega como antes, se cansa más, come con menos apetito, está más delgado, etc.

La Sociedad Americana del Cáncer en Veterinaria ha desarrollado una lista con los 10 principales síntomas que produce el cáncer:
· Bultos anormales que crecen de forma persistente.
· Heridas que no cicatrizan.
· Disminución de peso (fotografía 8; Perro con síntomas de pérdida de actividad y disminución de peso: Linfosarcoma (tumor maligno de ganglios linfáticos)).
· Pérdida de apetito.
· Sangrado por cualquier orificio del cuerpo (boca, nariz, ano, genitales, entre otros).
· Mal olor.
· Dificultad para comer o tragar.
· Rechazo al ejercicio (cansancio).
· Cojeras persistentes.
· Dificultad para respirar, orinar o defecar.

¿Qué puedo hacer para detectar un cáncer lo antes posible?
Cuanto antes se detecta un cáncer, mayores probabilidades de curación tendremos. Por ello, es muy importante tomar todas las medidas necesarias para darnos cuenta lo antes posible de que algo extraño está pasando.
En primer lugar, conocer los tipos de cáncer más frecuente en nuestra mascota facilita su detección precoz. Por ejemplo, si sabemos que los perros de razas gigantes son más propensos a padecer cáncer de hueso y nuestro perro es un Dogo, acudiremos rápidamente al veterinario cuando detectemos una cojera, aunque sea leve, por si acaso se trata de un tumor óseo.
En segundo lugar, es muy importante realizar un control veterinario anual (incluso dos veces al año en animales mayores). Mediante una exploración física completa y un análisis de sangre rutinario, nuestro veterinario puede detectar alteraciones antes de que sean evidentes o produzcan síntomas graves. Por ejemplo, nuestro veterinario puede observar un aumento de ganglios linfáticos que sea la primera señal del desarrollo del cáncer o en los análisis puede aparecer alguna alteración que requiera un examen en mayor profundidad.
En tercer lugar, debemos aprender a vigilar a nuestra mascota. A la vez que lo acariciamos o jugamos con él, debemos prestar atención a la posible aparición de bultos o deformidades que pueden ser la primera señal de un cáncer. Debemos prestar atención a cualquier cambio en su comportamiento o actitud, sobre todo si son mayores. Y lo que es más importante: debemos acudir rápidamente al veterinario cuando detectamos cualquier problema. Puede ser que el síntoma que hemos observado no sea debido a un cáncer, pero eso siempre debe decirlo el veterinario después de realizar las pruebas correspondientes. El principal error que podemos cometer es detectar un bulto y esperar a ver si crece (fotografía 9; Fibrosarcoma (tumor maligno): tamaño demasiado grande para poder instaurar un tratamiento eficaz). Cuando el cáncer se diagnostica en fases iniciales, puede tratarse más eficazmente y, en muchos casos, curarse.

¿Qué hará el veterinario cuando sospeche que mi mascota padece un cáncer?
Para proporcionar el mejor tratamiento de un perro o un gato con cáncer, el veterinario debe realizar un diagnóstico completo y definitivo. Independientemente del tipo de cáncer, el veterinario realizará un diagnóstico siguiendo un protocolo que permita responder a cuatro preguntas: ¿Los síntomas que presenta el animal se deben al desarrollo de un cáncer? ¿Qué tipo exacto de cáncer es? ¿El cáncer se ha extendido a otras zonas del cuerpo? Y, por último: ¿Cuál es el estado general del animal? ¿Padece otras enfermedades?
El primer paso del protocolo diagnóstico del cáncer incluye una exploración física completa y sistemática y un análisis de sangre y orina. Estas pruebas pueden detectar alteraciones relacionadas con el cáncer o que puedan influir en el tratamiento.
El punto fundamental del diagnóstico del cáncer es la identificación del tipo exacto de tumor. Para ello, el veterinario debe obtener una muestra del tumor y enviarla a un laboratorio especializado donde se realizará el diagnóstico. Esta muestra se denomina, de forma general, biopsia. La primera evaluación de una lesión sospechosa de ser cancerígena puede realizarse mediante la obtención de células a través de una aguja muy fina. Esta técnica, denominada aspiración con aguja fina, es muy sencilla de realizar y permite obtener datos sobre la malignidad de las células de forma rápida. En muchas ocasiones, es necesario realizar una prueba más definitiva que consiste en la obtención de un fragmento del tumor a través de una pequeña incisión en la piel (biopsia incisional). Después de realizar el diagnóstico con este pequeño fragmento, su veterinario decidirá el tratamiento más adecuado. En algunas ocasiones, su veterinario puede decidir realizar directamente la extirpación del tumor y analizarlo posteriormente (biopsia excisional).
Otras pruebas diagnósticas que su veterinario puede recomendar son radiografías (fotografía 10; Metástasis pulmonares: Radiografía de tórax) y/o ecografías). Estas pruebas de diagnóstico por la imagen se emplean para localizar tumores que se desarrollan en el interior del organismo y para evaluar la extensión de la enfermedad cancerígena, es decir, buscar metástasis. Es muy frecuente que su veterinario considere necesario realizar una radiografía de tórax para estudiar la imagen de los pulmones, ya que son los órganos en los que más frecuentemente asientan las células cancerígenas procedentes de tumores en otras localizaciones. La ecografía, además, permite guiar al veterinario para obtener biopsias de tumores internos. En ocasiones, será necesario realizar pruebas más sofisticadas (escáner, resonancia magnética).

¿Todos los tipos de cánceres se comportan de la misma manera?
No. Cada tipo de cáncer evoluciona de una manera particular en cada animal. Su veterinario le explicará cuál será la evolución del proceso (este conocimiento de la evolución de una enfermedad se denomina pronóstico) y cómo se puede tratar dicho cáncer. Los tumores benignos tienen buen pronóstico y no suelen ser peligrosos para la vida de su mascota. Los tumores malignos no comportan siempre la misma gravedad. Existen tumores malignos que, después de realizar un tratamiento agresivo, pueden ser eliminados completamente y, por lo tanto, curarse. Por el contrario, otros tipos de cáncer maligno no pueden curarse ya que se encuentran diseminados o tienen una alta tendencia a extenderse a otros órganos en forma de metástasis. En este tipo de cánceres, sólo podemos ofrecer tratamientos paliativos que mejoren a su mascota, aunque no se curen.

¿Podemos tratar el cáncer?¿Qué tipos de tratamiento existen?
Actualmente, los avances en medicina veterinaria permiten tratar la mayor parte de los cánceres. En función del tipo de cáncer y de su extensión en el momento del diagnóstico, su veterinario le explicará si puede realizar un tratamiento que cure al animal o, si por el contrario, este tratamiento tiene como objetivo paliar los síntomas y permitir que su mascota viva más tiempo mejorando su calidad de vida.
En general, existen tres formas de tratar el cáncer: la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia. En muchas ocasiones, su veterinario le recomendará un tratamiento combinado que permita obtener mejores resultados.

CIRUGÍA
Es la forma de tratamiento más común y la única que puede proporcionar una curación del cáncer. La cirugía consiste en la extirpación del tumor (fotografía 11; Fibrosarcoma en un gato: Este tumor maligno es muy agresivo localmente, por lo que debe realizarse una cirugía muy amplia con grandes márgenes de seguridad). Siempre que sea posible se realizará una extirpación completa.
La extirpación del tumor debe acompañarse de la eliminación de un margen de seguridad. En los tumores malignos muy agresivos puede ser necesario realizar una cirugía denominada radical, que elimina también los órganos y tejidos situados debajo del tumor. Un ejemplo de cirugía radical es la amputación de la extremidad afectada por el tumor.

RADIOTERAPIA
La radioterapia consiste en tratar el cáncer mediante Rayos X u otro tipo de radiaciones dirigidas directamente sobre el tumor. Requiere un equipo muy caro, por lo que su empleo se encuentra limitado en medicina veterinaria en España por la falta de instalaciones adecuadas.

QUIMIOTERAPIA
Es una forma de tratamiento que emplea medicamentos que destruyen las células tumorales. Algunos de estos medicamentos pueden administrarse por vía oral, pero la mayoría requieren una inyección, generalmente dentro de una vena. La quimioterapia sola es muy eficaz en determinados tipos de tumores, como los linfosarcomas; sin embargo, en muchas ocasiones, se emplea combinada con un tratamiento quirúrgico. La quimioterapia produce efectos secundarios en los animales, pero mucho más leves que en las personas, ya que las dosis que empleamos en veterinaria son más bajas y los animales las toleran mucho mejor. Generalmente, la quimioterapia no permite curar el cáncer, pero sí controlar su crecimiento, paliar los síntomas y mejorar la calidad de vida de su mascota.

Existen otras formas de tratar el cáncer, menos frecuentes y, a veces, experimentales (hipertermia, fotodinamia, terapia génica). Dentro de pocos años, podremos aplicar estas modalidades de tratamiento de forma rutinaria.
Una vez que su veterinario ha diagnosticado que su mascota padece cáncer y conoce el tipo específico, le informará detalladamente de TODAS las posibilidades de tratamiento, explicándole las ventajas e inconvenientes de cada una de ellas. De esta forma, usted conocerá en profundidad el problema de su perro o gato y podrá elegir la terapia más adecuada (fotografía 12; Administración de quimioterapia intravenosa en una perra con un tumor pulmonar).

¿Y si debo sacrificar a mi mascota?
En algunas ocasiones, el cáncer está tan avanzado que las posibilidades de tratamiento son nulas. En estos casos, su veterinario le recomendará realizar la eutanasia del animal para evitarle sufrimientos. Es el momento en que realizar este acto depende fuertemente de lo que denominamos calidad de vida de su perro o gato. Cuando usted observe que su mascota ha perdido su forma habitual de vida, es el momento de tomar esta decisión. Por supuesto, su veterinario le informará adecuadamente del momento y forma idónea de dormir a su mascota.